Confieso que una de mis premisas en la vida ha sido que el conocimiento exhaustivo de la condición humana y de los motivos de los demás era fundamental para ser mejor persona. Honestamente, hoy he de matizar esta apreciación porque la experiencia vital me ha demostrado que esta variable no necesariamente está relacionada con el perfeccionamiento individual.
La cultura es un elemento que nos puede ayudar, pero no nos va a liberar de determinados impulsos primarios, tanto en lo positivo como en lo negativo. En la aparente brutalidad o en el carácter rudo está una grandeza. He podido conocer personas con muy poca cultura, pero con un corazón grande y titulados universitarios con los que no iría ni a la vuelta de la esquina. Un caso paradigmático es el de algunos boxeadores de renombre que, aunque eran fieros en el ring, en su desempeño social eran auténticos niños grandes sin ninguna malicia.
Este elemento es importante porque, en ocasiones, le damos más importancia a lo que sabemos o lo que tenemos que a lo que realmente somos. Muchas veces realizamos las acciones de forma inconsciente o por inercia, pero no por ello es menos importante que lo tengamos en cuenta. Si utilizamos los conocimientos para perfeccionarnos y contribuir a la mejora del bien general será positivo, pero, si no es así, corremos el riesgo de aprender mucho pero que esto no nos sirva. Como principio general, tener más cultura nos ayudará, pero no es algo que de por sí nos defina y si no hacemos un esfuerzo de consciencia personal, es posible que no nos sirva para nada. Tener presente este punto es imprescindible para que la erudición sirva para el crecimiento individual.
Por otra parte, hemos de ser coherentes en nuestros juicios y aplicarnos a nosotros mismos las exigencias que impongamos a los demás. De lo contrario, no estaremos actuando de forma justa y equilibrada. Si tenemos un tipo ideal sobre el que queremos actuar, lo primero que tenemos que hacer es preocuparnos por alcanzar la excelencia y, solo a partir de ahí, exigir a los demás que actúen de forma recíproca. Este es un tema que se tiende a olvidar.
Los desequilibrios no suelen ser originales, sino adquiridos. Los traumas que tenemos en la vida nos impiden crecer y, muchas veces, cortan nuestro camino de evolución personal. Nosotros tenemos el convencimiento de que somos perfectos y de que lo único que tenemos que hacer es volver a ese estado. La naturaleza nos demuestra que sigue una proporción determinada y hasta nuestras células siguen patrones geométricos. Por este motivo, la erudición no es necesariamente un elemento que determine si eres mejor o peor, solo un elemento que te ayudará si lo sabes utilizar.
Emocodificación y Sanación Genética es una herramienta valiosísima para tu desarrollo personal porque te ayudará a entender cuáles son los problemas que te impiden avanzar y, probablemente, te darás cuenta de que eres mejor persona de lo que piensas. Estamos a tu disposición para echarte una mano.