Los seres humanos tenemos biorritmos, periodos de más energía y otros más bajos. Esto es algo normal y, en parte, está determinado por la naturaleza y nuestra relación con el entorno. Por ejemplo, en invierno nos apetece más quedarnos en casa y en verano salir a pasear, de la misma manera que en los países fríos existe una tendencia más enfocada a la introspección, mientras que en los países cálidos las personas tienden a ser más extrovertidas. El clima moldea el carácter y, también, la proyección de la energía de las personas, aunque no es determinante.

Antes de afrontar situaciones, es importante hacer un ejercicio de autoconocimiento y reconocer en qué momento de los ciclos estamos. Sobre todo porque, así, podremos decidir de forma consciente y madura qué deseamos. Aunque tenemos la capacidad de adaptarnos a situaciones cambiantes gracias al aprendizaje, tenemos un nivel de evolución más lento que las demandas sociales; es como si tuviéramos un hardware tiene que albergar un software con actualizaciones continuas y que desborda la capacidad de almacenamiento.

Los momentos de optimismo pueden servir para emprender las situaciones con más energía, como pueden ser ir a un examen, realizar una entrevista de trabajo o hacer algo nuevo. Llegados a este caso, esa energía extra nos ayuda a superar retos y se retroalimenta, siendo importantísima para avanzar en un mundo cada vez más competitivo en todos los sentidos porque una vibración positiva acompañada de una proyección en el mismo sentido aumenta exponencialmente las posibilidades de alcanzar nuestros objetivos.

Por otra parte, los momentos bajos de moral pueden no ser los más recomendables para afrontar los retos, en especial porque, si no tenemos expectativas reales de poder superarlos va a haber una retroalimentación en sentido contrario. Ahora bien, sí es importante indicar que esto tampoco puede servir de excusa para no evaluar las opciones de afrontar ante situaciones complicadas porque también existe, en especial en quien ha padecido periodos de depresión prolongada, la tendencia de caer en una cierta autocompasión que, a la larga, resulta destructiva.

Finalmente, lo aconsejable es que, como personas del siglo XXI, respetemos lo que nos dice nuestro cuerpo porque esa es la primera fase para crecer y avanzar sin prisa pero sin pausa, con unos cimientos sólidos. La positividad bien entendida y utilizar la energía de nuestro cuerpo como aliada es la forma de estar en coherencia entre lo que sentimos y lo que deseamos.

Por NO Comment 16/09/2017

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