Hemos analizado el dar y recibir para ver qué motivos favorecen la reciprocidad entre seres sociales como los humanos pero, si nos lo permitís, queremos ofrecer una visión más humana y centrada en el equilibrio de una persona entre cuerpo, mente y espíritu.
Realmente, es difícil mantener siempre un equilibrio al 100% porque en la vida aparecen imponderables que hay que valorar. Sin embargo, sí es importante destacar que, cuando hay un exceso de dar o una escasez fuera de lo común, probablemente hay algún tipo de problema o conflicto oculto. El holismo se entiende como equilibrio, y no se trata de tener una calculadora que marque lo que damos y recibimos, pero sí tomar plena consciencia y decidir en función de lo que sintamos en cada momento sin preocuparnos por el qué dirán.
Mucha gente come por llenar vacíos, de la misma manera que otra regala afecto por el temor que tiene de estar sola. Normalmente, ese es uno de los problemas más grandes que generan relaciones viciadas y destructivas, en especial en las amistades o en las parejas. Con esto no queremos decir que la otra parte no tenga responsabilidad, esto lo queremos dejar muy claro; simplemente, que si una persona se encuentra bien y sabe poner límites y decir “No”, probablemente se ahorrará muchos problemas en un futuro.
Sócrates tenía una máxima: “Conócete a ti mismo”. En muy pocas palabras, se dice mucho porque, de esta forma, nos transmite el mensaje de que la raíz de los problemas y las soluciones están en nuestro interior. Nosotros tenemos la certeza de que las personas (salvo determinadas situaciones) en origen somos perfectas. En nuestra experiencia vital, hemos visto en muchas ocasiones cómo, en el fondo, los seres humanos sabemos dónde están nuestros límites y lo que queremos pero, por miedo a la soledad, no ponemos límites cuando sentimos que lo deberíamos hacer.
Aunque los motivos pueden ser muchos, en este caso lo que nos interesa es remarcar que hay un desequilibrio porque mucha gente, en su interior, se siente violentada cuando da más de lo que considera oportuno y, en el fondo, lo peor es que esa acción no se genera desde el amor, sino desde el miedo a perder. El problema es que, a largo plazo, solo se puede mantener algo que resultará insatisfactorio.
Cuando el problema está detectado, y la mayoría de la gente es capaz de localizarlo al cabo de un tiempo, hay que buscarle solución. No nos engañemos, si no nos sabemos respetar llegará un momento en que nos resultará insoportable mantener nuestra filosofía de vida. Es una pena porque muchos seres humanos experimentan movimientos pendulares y pasan de ser personas encantadoras, desprendidas y cariñosas al egoísmo más absoluto. Tienen sus motivos para pensar así, pero quizás si hubiesen puesto límites desde el principio no se tendrían que ver en esta tesitura.