Como primer aspecto, conviene recordar que el hombre es un ser social. Esto implica que tiene la necesidad de interactuar con otras personas para sentirse en plenitud. Aunque el grado variará en función de cada caso, pocas personas mantienen su estabilidad psicológica con una vida de aislamiento. Las amistades, pues, cumplen un papel importantísimo para el bienestar personal.
Tipos de amistades
Hay que destacar que no todas las amistades son iguales e implican el mismo grado de intimidad. De hecho, bajo este cajón de sastre incluimos a quien vemos para tomar café y a los amigos del alma a quienes contamos todo. Esto se debe a que, como principio general, lo importante es que puedas expresar tu individualidad.
El amigo del alma escasea, puesto que es aquel al que puedes contar tus tribulaciones. Es raro que llegues a tener más de uno o dos al mismo tiempo, porque implica un nivel de confianza máximo. O bien se han conocido en la infancia o adolescencia o se ha forjado la relación durante muchos años.
Ahora bien, sí vas a conocer muchas personas con las que te llevarás bien y podrás tomar un café de vez en cuando o compartir aficiones comunes. Esto sucede cuando haces deporte, trabajas o compartes algún tipo de interés común. Estas personas pueden convertirse en amistades íntimas a medio plazo, pero no tener grandes pretensiones de entrada es lo mejor.
Finalmente, habría que hacer referencia a los grupos de amigos. Esto suele ser común en la adolescencia o primera juventud y destacan por ser una escuela de vida. En ellos, te encontrarás gente que te cae bien, regular o mal, dentro de unos límites. Ahí aprenderás a poner límites y a seleccionar mejor, lo que en condiciones normales es un proceso natural.
Priorizar la calidad sobre la cantidad
Aunque dependerá del momento vital en que te encuentres, sí hay una ley más o menos fija: a medida que cumplimos años, el número de amistades que tenemos se reduce. ¿Esto a qué se debe? Lo cierto es que tiene una fácil explicación.
Cuando somos adolescentes y jóvenes, estamos en periodo de aprendizaje y no trabajamos. Esto implica que tenemos mucho tiempo de ocio y una vida social muy diversa. La situación implica, de por sí, que tengamos varias amistades. Por otra parte, en ese momento somos menos selectivos, precisamente porque estamos aprendiendo. Esto se aplica igualmente para las relaciones de pareja.
Lo que sucede, a partir de la treintena, es que la mayoría de la gente estabiliza su vida. Esto supone tener un trabajo más o menos fijo, pareja estable y la intención de tener hijos. Como el tiempo escasea, se toma la decisión de restringir el que se dedica a los contactos sociales. Se mantienen solo aquellas relaciones de amistad que se considera que aportan, por eso baja el número de amistades.
No obstante, es importante decir que en cada persona esta situación se vive de forma diferente. Si te acabas de separar o has cambiado de ciudad, es normal que realices movimientos para conocer nuevas personas. En Emocodificación y Sanación Genética te ayudamos a fluir.