Los seres humanos por inconsciencia o por intencionalidad, nos hacemos daño a menudo. Saber cuáles son los principales mecanismos que gatillan resulta útil para minimizar estos problemas.
Las formas en las que nos hacemos daño
Es importante indicar que, cuando hablamos de que nos hacemos daño, nos centraremos en las cuestiones psicológicas y emocionales. Excluiremos, por lo tanto, la agresión física, por ser evidente. En este caso, nos interesa hacer referencia de aquellas cuestiones más sutiles, pero indudablemente importantes.
Aunque hay multitud de formas de dañar a otra persona, sí hay algunas que destacan. Las principales formas de hacerse daño, en este ámbito, son las siguientes:
1. Culpabilización
La culpabilización es la forma de maltrato psicológico más evidente. Consiste en señalar los defectos de una persona, incidiendo siempre en estos. Muchas veces, hay una proyección de los defectos propios en otra persona que, de alguna manera, cumpliría con la función de chivo expiatorio. Una variante, igualmente destructiva, sería la victimización culpabilizando al interlocutor.
Los patrones de conducta que llevan a esta actitud son relativamente fáciles de identificar. Por lo tanto, esta estrategia solo funcionará con quien no tenga un “yo” fuerte y bien definido.
2. Señalamiento
El señalamiento es otra de las formas evidentes de hacerse daño. En este caso, consiste en señalar ante otras personas los defectos de una persona con esta presente. Las formas de hacerlo son, también, un elemento que influirá decisivamente en la percepción de la víctima.
Ahora bien, para que esto sea un maltrato y no una falta de habilidades sociales ha de haber una intencionalidad clara y evidente; el caso de las personas con síndrome de Asperger sería distinto porque no hay una consciencia de que determinadas cuestiones pueden molestar.
3. Luz de gas
La luz de gas, o gaslight, es una forma de maltrato psicológico sutil, pero devastadora. Consiste, básicamente, en atribuir falsamente a la otra persona una actitud para descalificar sus opiniones. Un ejemplo sería decir ante las pruebas evidentes de una infidelidad “no confías en mí” o “ves fantasmas donde no los hay”.
La diferencia entre la luz de gas y una actitud meramente evasiva es la intencionalidad. Y, por supuesto, para considerar que se da esta forma de maltrato ha de haber una continuidad.
4. Juegos de poder
Los juegos de poder en las relaciones de pareja o de amistad son un problema. Por lo general, lo que sucede es que una persona ha delegado en la otra el “saber” o las riendas de la relación. También puede pasar que, a través de los puntos débiles de la otra persona, se busque algún beneficio. Aquí estaríamos ante una relación tóxica.
Cuando alguien tiene un poder ilimitado, es posible que abuse de él. Y, lo que es más complicado, que utilice esa posición para mantener el dominio.
Conclusión
Las personas nos hacemos daño de muchas maneras pero, afortunadamente, tenemos formas de poner freno. Sin duda alguna, identificar las principales prácticas ayudará. En Emocodificación te ayudo a identificar estas situaciones para que des un cambio a tu vida. ¡Contáctame!