
La responsabilidad es uno de los conceptos que más miedo dan. Sin embargo, hay una serie de cuestiones que conviene dejar claras. Quizás nuestro background cultural puede confundirnos, pero no está de más revisarlo. Lee este artículo, porque te va a interesar y seguro que le sacas partido.
La responsabilidad vs la culpabilidad
El concepto de responsabilidad es obvio, y es que cada uno tiene que aceptar que sus acciones tienen consecuencias. Estas pueden ser positivas o negativas por múltiples motivos que te conviene tener en cuenta.
Lo que sucede es que muchos erran en el diagnóstico de esas consecuencias. Cuando te equivocas, más allá de resarcir a la parte perjudicada (si la hay), deberías plantearte la situación como un aprendizaje. Mejor dicho, tienes que asumir que eso no va a volver a pasar. El propósito de enmienda es, pues, una de las bases del concepto de responsabilidad.
Lo que sucede es que las personas no han de asumir, en ningún momento, que hay una culpabilidad intrínseca en el fallo. Si bien la introducción de ese tabú pudo tener una utilidad antropológica en su momento, hoy habría que superarlo. No en vano, la culpa tiene, también, un elemento de señalamiento y control social que, en muchas ocasiones, hoy ya no procede.
El fallo, más allá de la frustración inicial, no ha de ser motivo para fustigarte. Esa es una actitud muy poco útil y que, además, genera un sufrimiento añadido. Si tienes clara esta cuestión, probablemente serás más feliz.
Cómo ser feliz asumiendo responsabilidades
Lo que tienes que tener claro es que la asunción de responsabilidades hará, de por sí, que tiendas a cometer más errores. No en vano, pensarás mejor cómo tomar decisiones y sopesarás pros y contras.
El problema de la culpa, en muchas ocasiones, es que impide accionar nuevos caminos. Por lo tanto, no está de más recordar que tienes que buscar otras alternativas. Recrearse en el sufrimiento puede llegar a ser un hábito que, además de hacerte daño, hará daño a quienes te rodean.
Como principio general, te recomendamos que hagas una proyección previa de posibilidades. Y, cuando te equivoques, evalúes el por qué. Esto te ayudará a equivocarte menos y a impedir que la culpa aparezca.
En definitiva, cultivar la idea de responsabilidad es un hábito. Si tienes clara la diferenciación entre este concepto y el de culpa, a la larga serás más feliz. Y, sobre todo, te resultará más fácil alcanzar tus objetivos.
Conclusión
Las situaciones tienen distintos grados de gravedad y, a veces, es inevitable que aparezca la culpa. Sin embargo, no está de más afirmar que estos casos son cada vez menos porque las personas estamos aprendiendo a tomar los errores como oportunidades de mejorar personal. Ahora bien, sigue habiendo quien tiene un camino que empezar y, quizás, no sabe por dónde.
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