El Año Nuevo, seas o no religioso, es un fin de ciclo. No en vano, esta circunstancia va más allá de la creencia y se extiende a lo profesional. Este es el motivo por el que muchas personas se plantean hacer cambios o una renovación. Lo que sucede es que, en ocasiones, se considera como norma lo que, en realidad, es una convención. ¿Es este tu caso? Vamos a comprobarlo.

¿El Año Nuevo tiene que suponer un cambio de hábitos?

Hay personas que quieren iniciar el nuevo año con una lista de buenos propósitos. ¿Te suena, verdad? El problema no está tanto en la intención, sino en la utilidad.

Es normal que la euforia de las fiestas nos haga tomar decisiones impulsivas. Lo que te tendrías que preguntar, antes de nada, es: ¿voy a poder hacerlo? A partir de ahí, introducirás todas las variables que consideres oportunas. Lo más importante de los buenos propósitos es que sean realistas.

En segundo lugar, los buenos propósitos deberían ser útiles. Si quieres hacer un esfuerzo, que sea por algo que realmente te valga la pena. No compensa esforzarse  pasar privaciones por algo que, en realidad, no te interesa tanto. El autoconocimiento te ayudará a determinar mejor estas cuestiones.

Por ejemplo, si siempre has tenido sobrepeso y has hecho dieta varias veces, quizás necesites ayuda profesional. No te dejes llevar por la euforia de estos días y traza un plan realista.

¿Es obligatorio querer cambiar hábitos?

Lo cierto es que vamos a estar aprendiendo toda la vida, pero ello no ha de suponer una limitación. Si para ti el Año Nuevo no tiene una significación especial, no deberías dejarte llevar por la vorágine. A fin de cuentas, el objetivo es hacer bien las cosas y sentirte bien contigo mismo. No en vano, son muchos los elementos que son definitorios.

Recuerda que la idea de fin de ciclo es fundamentalmente psicológica y espiritual. El fin de un año y el inicio de otro es un detonante poderoso para hacer aflorar cuestiones, en efecto. Sin embargo, hay otros casos en los que, más bien, son otros los elementos que permiten marcar la diferencia. El detonante va a depender de cada persona y, por ello, no deberías preocuparte demasiado.

Hay quien ve este momento como una oportunidad de cambio y hay quien no. En cualquier caso, lo importante es que disfrutes del momento y que lo vivas sin presión. Eres tú, a fin de cuentas, el que puede marcar la diferencia.

Conclusión

El Año Nuevo se asocia tradicionalmente a la renovación y es normal que te plantees cambios. Sin embargo, es fundamental que tomes estas situaciones con normalidad y realismo. Esta es la manera de que, llegados a febrero o marzo, no tengas decepciones. La idea es, pues, que si haces un esfuerzo de cambio valga la pena.

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