
La noción de límite existe desde que hay humanidad y podemos decir que estos son de dos tipos. Por una parte, existen los límites que imponemos a otros, normalmente cuando son personas menores de edad. En segundo lugar, están aquellas limitaciones que nos hemos autoimpuesto. Aunque determinados límites pueden ser necesarios, en ocasiones se pueden convertir en una losa. En este artículo te explicamos cómo vencerlos para no tener problemas en tu día a día.
Los límites a terceros
Poner un límite a otra persona puede ser necesario por varias razones de importancia. En el caso de los niños, es imprescindible para que se socialicen y sepan qué pueden hacer y qué no. Cuando se trata de personas mayores, conviene tener en cuenta que muchas veces este límite es necesario para que no abusen de nosotros.
En consecuencia, podemos decir que imponer un límite, siempre que no suponga un abuso sobre un tercero, es conveniente. Por lo tanto, es un elemento favorable que hay que saber utilizar. Un buen padre es aquella persona que sabe decir que no cuando conviene. Lo mismo sucede con las personas asertivas.
Las limitaciones autoimpuestas
Las limitaciones autoimpuestas son otro cantar y suelen ser problemáticas. Esto sucede porque la sociedad cambia muy rápido y, por desgracia, en algunas ocasiones nos quedamos atrás porque lo que valía en un determinado momento de la vida no nos vale ahora.
Tener en cuenta estos aspectos es imprescindible porque, si vemos un límite como un obstáculo, es evidente que el reto es superarlos. Hay que entender que los límites autoimpuestos por razones éticas pueden ser positivos. Ahora bien, estas valoraciones han de partir de lo personal y no estar condicionadas por lo que nos digan los demás. La madurez consiste en saber distinguir lo que consideramos correcto de lo que no.
Un elemento a tener en cuenta es que un límite está muchas veces asociado a lo desconocido. Cuando no se está dañando a nadie, tendríamos que preguntarnos si tiene algún sentido marcarnos límites de por vida. Esto lo podemos aplicar a la vida en general y al trabajo. La denominada zona de confort se refiere, precisamente, a aquellas cosas conocidas que nos mantienen en una calma chicha. Es posible que a corto plazo este sistema nos sirva, pero deberíamos pensarlo.
Conclusión
Probar un límite es necesario para saber hasta dónde podemos llegar y lo que sí podemos hacer. No en vano, hay determinados condicionamientos que no hacen más que impedirnos avanzar. Es una pena que, ante estas situaciones, no podamos responder en condiciones. Si bien de niños no teníamos la capacidad de elegir, ahora que somos adultos es fundamental.
El desarrollo personal tiene una vertiente de aprendizaje importantísima. No obstante, no hay que pensar que los límites no son necesarios porque, en determinados casos, sí lo son. En Emocodificación y Sanación Genética te ayudamos a entender qué es lo que necesitas para crecer. Te animamos a que nos visites para conocer mejor todo lo que podemos hacer por ti.