
Los seres humanos tienen un instinto competitivo por naturaleza desde la infancia. En ocasiones esta habilidad se desarrolla durante la edad adulta o, por el contrario, tienda a disminuir. El problema es que, o no se enfoca bien, o se toman las cosas con exceso de celo. En este artículo describimos con detalle algunas fórmulas de estimular la competitividad para mejorar en tu día a día.
Entender la competitividad
La competitividad es la capacidad de ir un paso por delante de los demás. Lo cierto es que este instinto ya lo tenemos desde niños y lo podemos ver en los juegos o deportes. El problema es que, en ocasiones, no se entiende muy bien cuál es su significado. De hecho, la sociedad o el entorno inmediato de la persona pueden jugar un rol importante, estimulando este instinto o censurándolo. Sin ir más lejos, podemos hablar de cuál es la diferencia del trato social de esta habilidad en Estados Unidos y Europa.
Por un lado, la competencia nos permite superarnos y superar nuestros límites. En este sentido, es positiva para nuestro desarrollo personal. El problema está en cuando utilizamos esta magnitud para todas las variables de la vida. Siendo así, empiezan los problemas y deberíamos ver qué sucede porque quizás estamos cubriendo un vacío interior. Como ser competitivo suele ser rentable, no genera demasiados problemas a corto plazo a quien tiene un comportamiento patológico.
Una situación recurrente en personas extremadamente competitivas es que tienen pocos o ningún amigo. De la misma manera, les resulta difícil crear vínculos de pareja duraderos. Como toda habilidad que se lleva a extremos patológicos o que se totaliza, tomar la competitividad como un fetiche es un problema. La persona que hace eso suele tener una carencia que no ha sabido resolver.
El extremo contrario, el de la persona poco competitiva también resulta contraproducente a medio y largo plazo. Los seres humanos también tenemos una cierta tendencia a acomodarnos en una zona de confort. No en vano, va a tener que adaptarse a una realidad que le resulta hostil. Este es el caso paradigmático del trabajador que no se sabe adaptar bien a las nuevas tecnologías.
Conclusión
La mayoría de las personas tienen que estimular su instinto competitivo en algún momento de la vida. Si no, tienen el riesgo de estancarse y de tener problemas. Por lo tanto, no se trata ya de una cuestión de elección sino, en parte, de mantener el estatus. Ahora bien, no deja de ser cierto que estimular esta actividad hasta cierto punto es positivo para tu día a día. De esta manera, resultará más fácil afrontar los desafíos con éxito.
Estimular el espíritu competitivo es bueno, sobre todo cuando lo queremos plantear desde dentro y no desde fuera. Por este motivo, disciplinas como el coaching se han extendido y han ganado prestigio. En Emocodificación y Sanación Genética te podemos ayudar para que aprendas a superar tus límites. Estamos seguros de que, cuando tomes consciencia, te será más fácil afrontar los desafíos.