
Aunque hoy pueda tener un punto especulativo difícil de entender, la filosofía nació como un método de perfeccionamiento personal. El gran Sócrates decía que era fundamental conocerse uno mismo. Este aspecto es fundamental porque implicaba varias cosas, la principal que en nuestro interior está la cura de la mayoría de los males.
Conocernos mejor y conocer a los demás
Si asumimos el hecho de que somos seres sociales, las interacciones con los demás resultan útiles por varias razones. En primer lugar, para nuestro equilibrio psicoemocional y, además, porque conseguimos informarnos e incorporar puntos que nosotros olvidamos. Tener presente lo que nos ayuda hablar con los demás es siempre importante.
Ahora bien, para sacarle el máximo partido a las interacciones, es importante no tomarlas desde una posición dogmática. El criterio propio es un elemento que se construye a lo largo de la vida. En consecuencia, si bien no es habitual cambiar de un extremo al otro, sí lo es que haya modulaciones en función de lo que conocemos. Esto es normal porque la experiencia nos permite tomar la referencia del ensayo y error.
¿Te has encontrado con que hay personas muy brillantes en lo académico que después fracasan en sus relaciones personales? Muchas veces, tiene que ver con la falta de experiencia a la hora de interactuar. La figura del ratón de biblioteca aislado del mundo es mucho más que un tópico. Es una realidad que, durante muchos años, ha existido. Aunque cada vez menos, sigue sin ser extraño encontrarlo.
En consecuencia, lo que te interesa, y mucho, es darle una vuelta a estas cuestiones. El autoconocimiento se puede conseguir comparando tu actuación con la de los demás y, sobre todo, escuchándote a ti mismo. Lo que llamamos conciencia o “yo” suele ser, realmente, aquello que nos guía para sentirnos bien. Sócrates, por lo tanto, no se equivocaba.
Problemas cuando queremos conocernos mejor
Antes de nada, es importante decir que tenemos la tendencia a quedarnos en una misma área de pensamiento. Por desgracia, es común que caigamos siempre en la misma piedra con los consecuentes problemas. Este es el motivo que aconseja que, si vemos que sucede eso, tomemos medidas. No se trata, pues, de estancarse, sino de buscar la manera de mejorar.
No somos el centro del universo, pero sí que lo somos de nuestro universo. Así que conviene que nos cuidemos y que, si necesitamos una ayuda específica, la pidamos. Puede ser que no nos podamos conocer mejor porque tenemos un sesgo del que no éramos conscientes. Y, para qué negarlo, sería una pena que, pudiendo cambiar eso, no lo hiciésemos. Todos estos aspectos son importantes a la hora de determinar qué tipo de vida queremos vivir. Cuando salimos de esa dinámica negativa, descubrimos que tenemos un mundo de posibilidades a nuestra disposición.
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