Es habitual que se plantee el debate entre culpabilidad o responsabilidad porque, indudablemente, el background cultural que tenemos determina nuestro sistema de creencias. En los países occidentales, las religiones predominantes son las abrahámicas y la noción de culpa es importante.

La culpa, tradicionalmente, se ha utilizado como elemento disuasorio. La idea está en que una acción incorrecta podía implicar castigos, tanto aquí como en el más allá. Tener en cuenta esta cuestión es fundamental porque, mal enfocada, suponía varios problemas. Mucha gente dejaba de hacer lo que pensaba por ese medio pero, al estar reprimida, esa energía se canalizaba mal o, directamente, no se canalizaba de ninguna de las maneras.

La responsabilidad, aunque hay quien la quiera relacionar con la culpa, no tiene nada que ver y parte de tratar a las personas como adultos, no como niños. Una persona que asume su responsabilidad parte de la base de que es ella la que decide y, por lo tanto, si se equivoca con un tercero tendrá que reparar los perjuicios causados; si se equivoca pero no perjudica a un tercero, no le echará la culpa a otro.

En el proceso de crecimiento personal, es lógico que los niños y los adolescentes utilicen la culpabilización a terceros de forma habitual. Cuando crecemos y nos hacemos adultos, asumimos que tomamos decisiones y que a veces acertamos y otras nos equivocamos. Esto no significa, ojo, que en el mundo no existan víctimas y victimarios, pero la principal diferencia es que partimos de un paradigma en el que nosotros somos los protagonistas de nuestra vida.

La experiencia nos dice que, cuando una persona culpabiliza a un tercero de lo que le pasa, suceden dos cosas. La principal es que esta fuerza funciona como un placebo al principio pero, después, se necesitan mayores dosis de victimismo para mantenerse en equilibrio. La segunda es que, si bien al principio encontraremos gente que nos escuche, en la mayoría de los casos los vínculos que crearemos serán insanos y acabarán mal.

Una persona que se responsabiliza de sus decisiones suele tener más probabilidades de ser feliz porque será consciente de las consecuencias de sus actos. Por regla general, las personas que se responsabilizan son también asertivas y, en consecuencia, será más difícil que sean víctimas de situaciones abusivas porque las cortarán de raíz.

Para mejorar, es fundamental que sepamos si nosotros culpabilizamos a los demás de cosas de las que no son responsables y saber hasta qué punto nosotros nos responsabilizamos de nuestros actos. Realmente, este proceso es a veces difícil porque supone reconocer nuestra sombra y, sobre todo, hacer propósito de enmienda. Asumir que hemos actuado desde el victimismo es un primer paso poderosísimo, pero a veces no sabemos por dónde empezar. Por eso puede ser bueno que pidas ayuda.

En Emocodificación y Sanación Genética te ayudaremos a descubrir dónde está la base del problema que te impide fluir. Entenderás por qué te cuesta responsabilizarte de tus decisiones y dónde se ha iniciado la estrategia de culpabilizar a los demás.

Por NO Comment 24/05/2018

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