
Muchas personas sufren en silencio en su vida emocional porque no se sienten libres, aunque aparentemente podamos concluir lo contrario. La esclavitud emocional puede ser potencialmente muy destructiva, aunque el mecanismo por el que se reproduce es recurrente.
En primer lugar, es importante señalar que la persona que siente una esclavitud emocional la tiene enfocada hacia un tercero, que es quien le hace sentir infeliz. Puede, en otros casos, sentirse desarmada ante situaciones de unas determinadas características, pero lo más común es que el problema lo tengamos con una persona en concreto. La sabiduría popular la da en llamar “la horma de nuestro zapato” y puede ser nuestra pareja, un familiar o un amigo; también hay que decir que esta esclavitud emocional se da porque ambas partes han caído en la trampa.
La relación con esta persona acaba siendo tóxica porque caéis en un juego psicológico en que los roles de cada uno están previamente definidos, tanto el de víctima como el de victimario. Tener en cuenta esta cuestión es fundamental para que te hagas preguntas si, cuando interactúas con una persona, siempre acabas cediendo a sus deseos, aunque no te satisfagan.
Si esto sucede, estás reproduciendo algún tipo de patrón de conducta que ya no te hace feliz o que pudo servir en algún momento y ahora no deseas continuar. En estos casos, te recomendamos que busques más allá porque hay un origen que es el que te hace caer en los juegos psicológicos de los demás. Una persona asertiva y con autoestima no tendrá problemas porque sabrá decir “no” cuando corresponda.
La libertad emocional, pues, está más bien relacionada con el hecho de no estar inmerso en juegos psicológicos derivados de patrones de conducta negativos. Esto no significa que no tengamos nuestras alegrías y penas habituales, pero sí que, cuando nos equivoquemos, tendremos la sensación de que ha sido por nosotros y no por terceros. La libertad emocional implica responsabilidad, sí, pero es un estado preferible a la manipulación consciente o inconsciente. El nivel de tormento psicológico por equivocarse es mucho menor y, en el peor de los casos, podremos utilizar cada experiencia negativa como una forma de aprendizaje que nos permitirá impulsarnos a donde queremos llegar.
De hecho, hay algo muy curioso: los seres humanos somos perfectos. En nuestro ADN se transmite nuestra información, pero también aquellas situaciones traumáticas que experimentamos durante nuestras vidas, puesto que lo alteran. A día de hoy, ya existe un amplio consenso con respecto al ADN llamado “basura”, que no es tal. Estudiosos como Gregg Braden han realizado interesantes experimentos donde demuestran que el ADN se modifica según las reacciones del entorno y del estado emocional. Esto significa que, en muchos casos, lo único que tenemos que hacer es recuperar el equilibrio emocional que ya teníamos en origen.
En Emocodificación y Sanación Genética te ayudamos, mediante nuestra metodología, a sanar aquellas situaciones dolorosas que te hacen repetir patrones de conducta erróneos. Si crees que te podemos ayudar, estamos a tu disposición. Contacta con nosotros y te ampliaremos la información.
Carmen Ángeles
22/04/2018Necesito ayuda terapéutica individual
Manuel Boj Sala
30/04/2018Hola Carmen, si eres tan amable de mandarnos un correo a info@cursos.emocodificacion.com te informamos personalmente de todo lo que requieras. También puedes ver nuestra web: https://cursos.emocodificacion.com/producto/consulta-de-emocodificacion/ Muchas gracias.